El uso del dinero en efectivo en Colombia ha sido una constante en la vida diaria de sus ciudadanos, manteniéndose como el método de pago más habitual en diversas transacciones. No obstante, la pandemia impulsó un cambio hacia métodos de pago electrónicos, lo que ha generado un debate sobre la necesidad de limitar el uso del efectivo. Este cambio de hábitos plantea interrogantes sobre la recaudación fiscal y la economía informal, mientras que el país avanza hacia una mayor adopción de pagos digitales, especialmente en las zonas urbanas más desarrolladas. Así, el panorama de los métodos de pago en Colombia se encuentra en un proceso de transformación, reflejando una evolución en la manera de manejar el dinero.
En Colombia, el dinero en efectivo ha sido, y sigue siendo, el rey de los métodos de pago. Es el que más se utiliza en todo el país, especialmente en las transacciones del día a día. Sin embargo, durante la pandemia, hubo una caída notable en su uso como forma de pago, ya que muchas personas y negocios comenzaron a adoptar métodos electrónicos para evitar el contacto físico. A pesar de estos cambios, el efectivo sigue siendo el protagonista en el ámbito del comercio, aunque hay un avance significativo en la adopción de pagos electrónicos, especialmente en las ciudades más grandes.
El Banco de la República ha señalado que el efectivo es el medio de pago más común en Colombia, sobre todo en transacciones pequeñas. Sin embargo, hay un debate en curso sobre si deberíamos ponerle límites a su uso. La idea es que, al restringir el efectivo, podríamos mejorar la recaudación de impuestos y combatir la evasión fiscal, que es un problema persistente en el país.
Los diferentes instrumentos de pago son cruciales para la estabilidad económica y el funcionamiento del comercio en Colombia. Según una encuesta del Banco de la República, aunque el efectivo sigue siendo el preferido por muchos, su importancia ha disminuido desde la pandemia. Esto se debe a que más personas se han familiarizado con los pagos digitales, que ofrecen comodidad y seguridad.
La aceptación del efectivo varía según la región. Por ejemplo, en Bogotá, hay un menor uso de efectivo y un mayor uso de transferencias electrónicas. Esto se debe en parte a que la capital tiene una infraestructura más desarrollada para soportar estos métodos de pago. En el comercio, el efectivo es ampliamente aceptado, aunque hay excepciones, como en el transporte público, donde las tarjetas y aplicaciones móviles están ganando terreno.
A pesar de los avances en los pagos electrónicos, el efectivo sigue siendo el método de pago predominante en el país. En medio de las discusiones sobre reformas tributarias, se ha planteado la posibilidad de restringir el uso del efectivo como una estrategia para combatir la evasión fiscal. Algunos expertos sugieren que limitar las transacciones en efectivo podría facilitar el seguimiento de las operaciones y reducir la economía informal, que representa una parte significativa de la economía colombiana.
En conclusión, aunque el efectivo sigue siendo el método de pago más utilizado en Colombia, el crecimiento de los pagos electrónicos está cambiando el panorama. La discusión sobre limitar el uso del efectivo es compleja y debe considerar varios factores, como la inclusión financiera y el impacto en la economía informal. Lo que es claro es que la forma en que manejamos el dinero está evolucionando, y Colombia no es la excepción.
